Descripción
La sandía es una de las frutas de mayor tamaño que existen. Su forma es principalmente redondeada, aunque también las hay ovaladas, cilíndricas achatadas por los extremos y, gracias a las técnicas de cultivo japonesas, incluso cuadradas. La sandía tiene una corteza dura y lisa. Los colores de su piel y pulpa caracterizan de forma especial a la sandía por su bello contraste. La primera, en su madurez, varía entre verdes y amarillos, pudiendo adquirir una tonalidad uniforme verde con motas de color amarillento, grisáceo o verde claro. La segunda destaca por su color rojo, aunque dependiendo de las variedades también rosado, amarillo intenso o anaranjado. La textura de la pulpa es arenosa y al introducirla en boca se disuelve fácilmente puesto que el 90% de ella es agua, es rica en fructuosa y pobre en calorías. Por la cantidad de agua que contiene es un excelente diurético.
La sandía nos aporta vitaminas A, B, C, E, potasio, magnesio y sales minerales. Así, se trata de un fruto depurativo y antioxidante. El aporte de magnesio y potasio, nos explica las virtudes de esta fruta para reponer pérdidas de sales minerales. Contiene poca fibra y su aporte en grasa es mínimo.